Psicóloga Dolores Navarro
Infidelidad en la pareja, ¿es posible reconstruir la confianza con ayuda?
La cuestión del amor tiene un especial interés en la clínica, porque suele ser uno de los motivos más acuciantes por los que una persona busca ayuda. Y dentro de los avatares del amor, la infidelidad es uno de los puntos de sufrimiento más comunes y una de las causas más frecuentes por las que se acude a terapia de pareja.
¿Qué consideramos una infidelidad?
En nuestra sociedad actual, las parejas se eligen libremente y generalmente, tras un periodo de enamoramiento, consolidan su vínculo mediante un acuerdo de fidelidad y exclusividad. Este acuerdo establece un marco de respeto y lealtad, y constituye uno de los pilares sobre los que se forma la familia moderna.
Pero, ¿qué es una infidelidad? No es fácil establecer una única definición. Cada pareja establece sus propios límites. Para algunas personas, una infidelidad emocional puede resultar incluso más dolorosa que una infidelidad sexual. Compartir confidencias, salir a escondidas, mantener complicidad o afecto con alguien ajeno al vínculo puede vivirse como una auténtica traición, aunque no haya ocurrido un encuentro físico.
En última instancia, la infidelidad tiene que ver con la ruptura de lo acordado. Puede que el entorno no entienda el sufrimiento si “solo se trataba de una amistad”, pero la herida está ahí. Y, en muchos casos, el dolor no está en el acto en sí, sino en el ocultamiento, en el engaño, en la pérdida de exclusividad.
¿Por qué se produce una infidelidad?
Las causas pueden ser múltiples y complejas: individuales, relacionales o ligadas al momento vital. Se dan tanto en encuentros esporádicos como en relaciones mantenidas en el tiempo. Estas últimas suelen ser más difíciles de superar y de perdonar.

A veces se escucha: “No me daba lo suficiente” o “solo buscaba volver a sentir algo diferente”. Hay situaciones que favorecen la aparición de una infidelidad como la llegada de los hijos, el cansancio, el aburrimiento, las enfermedades y las ausencias prolongadas. Otras veces responde a una necesidad narcisista de reafirmación.
Incluso hay motivaciones inconscientes que el propio sujeto desconoce y que solo pueden entenderse a través de una escucha profunda. La pulsión sexual no siempre es domesticable y la idealización excesiva del amor también puede generar decepción cuando el otro no cumple con nuestras expectativas irreales.
En muchos casos, la infidelidad se entrelaza con problemas de comunicación más profundos, como los que se presentan cuando no hay escucha real, ni posibilidad de expresar necesidades o malestar sin generar conflicto. Estos errores en la comunicación de pareja son un terreno fértil para el distanciamiento afectivo.
¿Cómo se comporta una persona infiel?
El infiel puede vivir una intensa contradicción interna: culpa, vergüenza, miedo a perder lo que tiene, pero también dificultad para salir de la situación. Algunos lo describen como algo que “empezó como una tontería” y se fue complicando hasta resultar incontrolable. “Siento pena por el daño que he causado. Ha sido un terrible error. Me siento culpable. No me reconozco. Nunca lo había hecho.”
Estas vivencias no siempre se corresponden con una falta de amor hacia la pareja, sino con un desajuste emocional que requiere ser entendido.
Efecto de la infidelidad
Descubrir una infidelidad tiene el efecto de un jarro de agua fría. Rompe la ilusión de una relación sólida, de un amor eterno. El impacto es profundo y se vive como una traición, un duelo y un desmoronamiento de la identidad. “Nunca me he sentido tan mal. Es una mezcla de emociones que no soy capaz de organizar: miedo, rabia, vergüenza, humillación… siento que he perdido mi autoestima. ¿Cómo voy a poder confiar otra vez?”
Este episodio puede desencadenar cuadros de ansiedad, depresión, insomnio y un fuerte daño en la autoestima. La persona afectada se pregunta si todo lo vivido ha sido una mentira. También aparece el temor de que vuelva a ocurrir.
La lógica femenina y masculina en la infidelidad
Aunque cada caso tiene sus particularidades, en la clínica se observa una tendencia generalizada: muchas mujeres tienden a unir amor y deseo, mientras que en los hombres es más frecuente la separación entre ambos. Esto no significa que a ellos no les duela lo afectivo o que a ellas no les importe lo sexual, pero los registros desde los que se vive la infidelidad suelen diferir.
En muchas mujeres, la herida aparece cuando sienten que su pareja ha compartido una intimidad emocional con otra persona como conversaciones, apoyo o complicidad. Aunque no haya habido un encuentro físico, la idea de que “otro ha ocupado su lugar” en ese plano afectivo puede resultar devastadora. La infidelidad emocional se vive como una amenaza directa al vínculo, una señal de que su pareja ha construido otro espacio de confianza fuera de la relación.
En cambio, en los hombres es más común que el dolor surja ante la pérdida de exclusividad sexual. Es frecuente escuchar: “No soporto imaginarla con otro”. Esta imagen puede desencadenar una gran ansiedad, incluso cuando el vínculo afectivo no se haya visto alterado.
Estas diferencias de percepción hacen que el dolor, los celos y la forma de afrontar la infidelidad se manifiesten de manera distinta. Y, en algunos casos, impiden comprender por qué el otro reacciona como lo hace. Entender estas lógicas distintas puede ser un primer paso para salir del bucle de reproches y empezar a construir un diálogo más empático.
Los tres elementos implicados en la infidelidad
Una infidelidad no afecta solo a dos personas. Siempre hay un tercero. Y en esa triangulación, cada uno vive una experiencia diferente, con emociones propias que deben ser reconocidas y comprendidas.
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El transgresor, que ha traicionado el acuerdo, muchas veces no se siente libre ni satisfecho. Se debate entre la culpa, el miedo a perder lo que tiene y la dificultad para cortar con la relación externa. Algunos expresan una sensación de descontrol: “Empezó como algo sin importancia, pero luego no supe cómo salir”.
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El afectado, quien sufre la traición, atraviesa un torbellino emocional desde el dolor más profundo hasta la rabia, la humillación, los celos o el temor a no ser suficiente. Muchas veces, necesita reconstruir no solo la confianza en la pareja, sino también en sí mismo. Frases como “Me ha roto por dentro”, o “Ya no sé si valgo algo” son frecuentes en consulta.
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El tercero, con frecuencia invisibilizado, no siempre es un simple “intruso”. Puede haber emociones reales, expectativas o incluso amor. En algunos casos, esa persona también sufre al saberse oculto, utilizado o abandonado. Su rol no es neutro y su presencia genera una tensión emocional que no puede ignorarse.
Este triángulo genera un sistema de fuerzas donde todos los implicados sufren. Abordarlo desde la palabra y no desde el juicio permite comenzar un proceso de elaboración más sano y menos destructivo.
¿Se puede perdonar una infidelidad?
No se deja de amar por una traición, aunque sí se daña profundamente la confianza. Perdonar no significa olvidar, ni minimizar lo ocurrido, pero puede ser un camino posible cuando existen las condiciones adecuadas.
Desde la experiencia clínica, observamos que el perdón depende de múltiples factores. No es lo mismo que el deseo mutuo se mantenga vivo a que haya sido desplazado hacia la tercera persona. También influye la concepción que se tiene del amor, lo que se espera de él y el tipo de vínculo previo. Algunas parejas se rompen tras una infidelidad. Otras, en cambio, logran atravesar la crisis y salir incluso reforzadas.
El trabajo terapéutico es clave en este proceso. En terapia de pareja se puede ayudar a ordenar el dolor, los reproches, la culpa y los interrogantes. También puede actuar como mediador para restablecer una comunicación que ha quedado dañada y facilitar un espacio donde ambos puedan expresar sus emociones sin herirse aún más.
¿Qué dicen los psicólogos sobre la infidelidad?
Los profesionales no emiten juicios morales. Escuchan, comprenden y ayudan a interpretar. La infidelidad no siempre implica que el amor ha muerto. Puede ser una señal de un conflicto no resuelto, de una necesidad no expresada, de un malestar que no se supo decir.
Desde la psicología de parejas, el trabajo se centra en identificar los factores que han conducido al acto, en facilitar que ambas partes puedan hablar sin dañar más y en reconstruir la confianza si ambos así lo desean.
¿Cuándo seguir y cuándo dejar la relación?
No existe una receta única para todas las parejas. Cada vínculo tiene su propia historia y debe ser comprendido en su singularidad. Sin embargo, hay señales que pueden orientar la decisión:
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Cuando uno de los dos no desea continuar o no está dispuesto a asumir ninguna responsabilidad.
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Si el vínculo con la tercera persona persiste, explícita o encubiertamente.
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Cuando el diálogo se ha roto por completo y ya no hay respeto ni escucha mutua.
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Incluso en casos donde aún hay amor, pero la relación se ha convertido en una fuente constante de sufrimiento emocional.
También es frecuente que uno de los miembros quiera salvar la relación, mientras el otro aún no ha tomado una decisión clara. Esa diferencia de tiempos y deseos genera incertidumbre. En estos casos, iniciar una terapia individual puede ser un primer paso valioso para clarificar sentimientos, evaluar lo vivido y decidir si hay una base real para reconstruir el vínculo.
En cualquiera de estas situaciones, hablarlo con un psicólogo puede ayudar a tomar decisiones con mayor claridad, lejos de la rabia, el impulso o la culpa.
Reconstruir la confianza es posible
La infidelidad emocional o sexual puede ser una crisis devastadora, pero también una oportunidad para revisar qué ha fallado, qué se desea realmente, y si se puede volver a elegir al otro desde un lugar más real y consciente.
Si estás atravesando una situación así, la ayuda de un profesional puede ser un recurso valioso. Un espacio donde poder hablar, sin culpa ni reproches, para decidir si es posible empezar de nuevo. Porque la confianza no se recupera sola, se reconstruye con compromiso, con verdad y a veces, con ayuda.
Recupera la conexión con tu pareja
Tomar la decisión de buscar ayuda ya es un paso hacia la solución. La terapia de parejas puede ser el espacio donde tú y tu pareja encontrareis el camino para reconstruir lo que parecía perdido. Como psicóloga de parejas, estoy aquí para ayudar a restaurar la comunicación y la confianza en vuestra relación.